Que muera el autor y reine el lector
- Natalia Cortés
- 18 jun 2020
- 2 Min. de lectura
Basándonos en el texto la muerte del autor (1964) por Rolnad Gérard Barthes, nos da entender al leer el texto que es necesario que el autor muera, no literalmente, para que la obra sea sobre de lo que trata naturalmente y que el autor no esté presente, porque podría llegar a alterar el lenguaje de la obra misma. Dejar actuar a la obra y no el yo como autor.
En realidad la muerte del autor se trata de quitarle el protagonismo a este para dar paso a todo lo que el lector pueda sacar del texto. Sabemos que las palabras, frases y escritos pueden tener más de un significado, pueden tener un “doble filo”, y es precisamente lo que se quiere, que lo escrito sea explorado, analizado, investigado y cuestionado, de eso pueden salir mil incógnitas, por ejemplo ¿Es el autor quien habla, son los personajes o el autor hablando por medio de un personaje?; cómo escribió Barthes “Jamás será posible averiguarlo, por la sencilla razón de que la escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen”
Los escritos no alterados se pueden tomar como textos que son así por naturaleza, porque ese fue el curso que decidió el propio texto para ser escrito, con esas características y esos límites. Por el contrario lo que se quiere evitar es que el autor este presente al momento de crear el texto ya que tomara conciencia y no dejará al texto ser, sino que se meterá y dejara ciertas características de él, manchandolo con la historia de vida del autor, un tiempo determinado que marca un fin y dandole paso a los críticos para buscar un trasfondo del texto, y no debe ser así.
Roland Gerard Barthes nació el 12 de noviembre de 1915 en Cherburgo (Francia) y murió el 26 de marzo de 1980 en París, siendo arrollado por una furgoneta a pocos días de haber publicado su libro La chambre claire. Fue un filósofo, escritor, ensayista y semiólogo francés, aportó en todos los campos dichos anteriormente, se licenció en Letras Clásicas (1939) y más adelante Gramática y Filología (1943).
En conclusión, opino que todo a lo que se refiere Ronald Barthes tiene su parte de verdad y sentido común, no queremos manchar un escrito quitándole valor, queremos que sea lo que en esencia debe ser y algo que me parece importante resaltar es la última frase del texto “el nacimiento del lector se paga con la muerte del Autor”. Es en pocas palabras la idea principal de este texto.
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